Se trata de Punier Stanley, a quien el organismo que conduce Guido Lorenzino ayudó a conseguir su plástico luego de años de vivir sin papeles. “Conozco el dolor de la gente que no tiene nada”, expresó el inmigrante.
La historia de Punier Stanley es la de tantos inmigrantes que llegan a Argentina huyendo de la violencia, la pobreza y la falta de oportunidades. En su caso los problemas no quedaron atrás una vez que pisó el suelo de nuestro país en abril de 2018, ya que los inconvenientes con la documentación, la discriminación y la crueldad lo acosaron durante mucho tiempo.
“Hasta 2011 estudiaba en Santo Domingo, pero mi madre enfermó y tuve que volver a Haití, donde no pude pagar mis estudios y debí ponerme a trabajar. En mi país hay mucha violencia, no se respetan los derechos humanos, por lo que un conocido me puso en contacto con alguien que me podría ayudar en Argentina, así que decidí venir”, reconstruyó Punier, de 31 años, sobre cómo se gestó ese momento bisagra en su vida.
En su relato se mezclan todas las duras situaciones que le tocó vivir: sus primeros días en Argentina, que lo tuvieron incluso durmiendo en la calle; las idas y vueltas para tratar de regularizar su documentación; hasta la violencia que sufrió en carne propia, como cuando incendiaron su casa en Bernal, lo que le provocó serias quemaduras.
Esperanza
Sin embargo, con su nuevo DNI en la mano, siente que hay un antes y un después. Para llegar a esta situación, la Defensoría del Pueblo bonaerense tuvo un papel preponderante, ya que el área de Migrantes del organismo que conduce Guido Lorenzino se ocupó de llevar adelante todos los trámites necesarios para conseguir este derecho indispensable.
Cuando se contactó con la Defensoría, a fines de 2022, Punier estaba tramitando su documento de extranjero ante la Dirección Nacional de Migraciones, pero el expediente estaba totalmente demorado. Como se encontraba en condición de refugiado según el régimen para personas de la Comunidad del Caribe (Caricom), se lo acompañó y contuvo hasta que luego de varias intervenciones finalmente se logró alcanzar el objetivo.
Ahora Punier ya piensa en su futuro. Si bien por el momento está desempleado, con la documentación en regla sabe que las oportunidades laborales y de estudios son otras. “Quiero tener un negocio propio y algún día poder volver a mi país a ayudar, sobre todo a las personas del interior, porque hoy para los jóvenes haitianos no hay futuro”, confesó con la emoción y la tranquilidad de alguien que por fin pudo encontrar ayuda.